viernes, 19 de octubre de 2012

Madres Eran Las De Antes.

Era un pueblo de esos donde no pasaba nunca nada, hasta hoy. En un lugar, no muy lejano a la capital, se encuentra un pueblo llamado "Vista Alegre", para mi debe haber sido algo irónico el fundador, mi vista no se contentaba con lo que veía, y mucho menos con lo que mas tarde mis ojos fueron testigos de una historia desgarradora.

Llegué a ese pueblo en busca de una "curandera ósea" debido a un gran dolor que me molestaba para caminar, un esguince pelotudo, pero bueno, soy mañoso y me quería hacer colocar esa imperfección. Era una entrada larga hacia el domicilio que me habían dado, unos casi 4 kilómetros desde la ruta nacional. una calle larga de asfalto con árboles frondosos de ambos lado que me acompañaban hasta la entrada del pueblo. Era mi primera vez en ese lugar, la casa de la señora era la 133 y yo no tenia la mas puta idea como encontrarla, eran las 14:50, por ende, en un pueblo y a esa hora era muy difícil ver a una persona en la calle, para mi suerte había una señora regando su vereda, si, regando, algo que acá en la ciudad es muy poco común de ver desde hace ya muchos años. Me acuerdo que en mi barrio todos regábamos a la misma hora, por la tarde y hablábamos con los vecinos, hasta que llego la urbanización y con ello el asfalto, las veredas y fue ahí el fin de los chusmerios y de largas horas sosteniendo una manguera. Me detengo con el auto, bajo el vidrio y le pregunto: "-Disculpe señora, la casa de Licha?" (Como era un pueblo y todo el mundo me dijo que la "curandera era famosa" quise asesorarme de ello y le pregunte por su nombre, pueblo chico... el del almacén siempre te fía) La señora deja la manguera en un árbol, se acerca al auto y me señala una casa, sin siquiera hablarme. Mi mirada recorre el sentido donde ella estaba señalando y le respondí ante su gesto de ayuda un muy irónico "muy amable, DOÑA!" Arranque el auto y lentamente iba mirando los números de las casas, en la primer pasada me pasé de largo, volví por la misma calle hasta que la encontré. Pero mi suerte se había ido a dormir la siesta junto con todo el resto del pueblo, "Licha" también dormía la siesta. Eran las 15:05, y el cartel en la puerta de su casa decía vuelvo a las 16:00. Asi fue que empezó esta desgarradora historia.

No me quedaba más alternativa que hacer tiempo, justo frente a su consultorio había una gran arboleda y bajo ella una sombra de esas que hacia mucho que no disfrutaba. Estaciono el auto bajo los árboles, reclino un poco el asiento, intento sintonizar una radio, digo intento porque lo que pasaría a continuación me distrajo por completo durante toda una hora. Mientras abro mi atado de cigarrillos, en ese momento me di cuenta que siempre se puede ser mas pelotudo, tenia 1 UN solo cigarrillo y no conocía la ubicación de un Kiosco en ese pueblo, lo prendo, bajo el vidrio para sentir el aire fresco, mientras seguía intentando sintonizar una radio, miraba hacia la calle maldiciendo a la vieja hija de puta que se había ido a dormir la siesta. Las pelusas de los álamos jugaban en el aire, una pequeña brisa primaveral hacia que se movieran hacia dentro del habitáculo del auto, mi alergia se empezaba a manifestar con estornudos, mientras mi vista seguía a una pelusa su recorrido rozando el volante y casi llegando al estereo que seguía sin encontrar una puta radio para hacerme compañía, fue en ese momento que algo distrajo mi atención en el recorrido de la pelusa, que curiosa recorría todo el interior del auto. Un niño fuera del auto se acercaba hacia mí.

Era uno de esos nenes que ya desde chiquitos andan solos en la calle, vestía una remera de River bastante vieja, seguro que era de cuando el padre tenía su edad, una bombacha de gaucho color café y unas alpargatas sucias de tanto recorrer las calles de tierra. Mi vista se olvido de la pelusa y se enfoco en este pequeño gaucho hincha de river, pero lo que mas me llamó la atención fue lo que traía en su mano. Una flor. Era blanca, grande, no era una rosa, ni una margarita, era rara, diferente, yo nunca la había visto, tenia unos detalles en amarillo fuerte, y venia firme en la mano de este crío. Pasó frente a mí y me saludo, moviendo la cabeza. Empecé a sospechar que la gente de ese pueblo era muda, o no hablaba con desconocidos, era una película de esas que no entendes nada, o quizás yo estaba sordo. Sin embargo, yo si lo saludé: "Hola amiguito! Que linda flor que llevas! Es para tu novia?" Se frenó frente a mi y fueron las únicas palabras que escuché en toda la tarde: "No tengo novia. Es para mi mamá." Y se fue corriendo hasta la casa. Vivía frente a donde yo estaba estacionado, pisó una piedra para impulsarse, y saltó un charco de agua. Ya estaba en su casa, en la vereda. Mi cigarrillo ya se había terminado y lo único interesante que tenia para hacer era ver a este chabonsito. Parado en la vereda de su casa y con esta hermosa flor recién cortada de alguna planta empezó a llamar a su madre: "Má!..... Má....... Ma-má!!!" Silencio de radio. Y el niño seguía ahí, esperando una respuesta de su madre, con su regalo empuñado firme para dárselo al encuentro con ella. Y otra vez el niño aclamó: "MÁ!... MÁÁÁÁ!!!.... MAMIIIIIIIII!!!"  Esta vez el llamado era mas intenso. Pero su madre no salía, y el seguía afuera, impaciente, caminaba de acá para allá y seguía con su llamado. Su madre respondió con un grito desde adentro: "-QUE QUERES?" "-Vení, mami, mira!!!" "QUE QUERES?" "Que vengas." Era bastante claro lo que este pequeño nene de tan solo a penas unos 4 años quería de su madre, que venga y sorprenderla con su hermoso regalo, que tan inocente y minuciosamente había elegido para ella y que la naturaleza había creado para que alguien se sintiera alagado. El había entendido cual era el objetivo, no así su madre. Continuó persistentemente con su llamado durante más de media hora. Mientras el pueblo se hundía en un profundo silencio, su llamado debió despertar a mas de un vecino. Me preguntaba mentalmente cual sería el motivo para que su madre no respondiera a semejante orden y mas viniendo de un nene tan pequeño. ¿Estaría mirando "Intrusos" y el debate de porque Maradona no quiere darle el apellido a su futuro hijo? ¿Indignándose a la par de los panelistas mientras sostenía una pava de agua caliente? ¿Estaría levantando la mesa, lavando los platos? ¿Cual era el motivo que le impedía atender a su hijo? ¿Había algo mas importante que hacer? ¿Seria siempre asi y por eso es que un nene tan chico andaba solo en la calle a la hora de la siesta? Pero todas esas preguntas se esfumaron de mi cabeza cuando vi al nene darse vuelta, saltar el charco y venir hacia mí. Se acerca al auto y me dice: "¿Vos tenés mamá?" "Si, amigo. ¿Por?" "Tomá... Regalale esto. Es el día de la madre, ¿viste?" Y me da la flor. El silencio volvió a ser el principal protagonista de este pueblo, instintivamente mi mano agarro esa preciosa flor, única, nunca vista por mí, blanca y amarilla, sin aroma, pero hermosa para mi vista. El pueblo se había vengado de mi prejuicio, al fin mi "Vista" se volvía "Alegre". No dejé de pensar en todo el día, en esa madre desatenta, desinteresada. En esa madre que se había perdido el mejor regalo que le podía dar la vida, que su hijo le regale una flor. Esa madre que no se merecía festejar su día, pero que su hijo si sentía el amor hacia su madre. Al fin y al cabo una madre es madre por lo que el hijo le demuestra. Ella no era madre. El era su hijo.

jueves, 11 de octubre de 2012

El tiempo y nuestra persepcion

Freud explicaba la idea del tiempo sosteniendo que por más relojes que pusieramos al día, el tiempo no es cronológico, sino lógico. Eso explicaría que, por ejemplo, los 15 minutos que esperás un bondi sean, en apariencia, más largos que los 15 minutos que le dedicás a charlar con un amigo.
Pero dentro de esta paradoja del tiempo hay una variante que se puede explicar de una manera mucho más matemática que conceptual, y tiene un efecto universal sobre todas las personas. Uno no nace diciendo ¡qué rápido se pasó este año! ¿no? Ese comentario es algo que uno empieza a decir, justamente, con los años. Pero ¿por qué existe esa sensación de que los años pasan cada vez más rápido? Bueno, una vez me dieron algo muy parecido a una respuesta que brinda la siguiente explicación (adhiero un planito que hice para ir mirando mientras se lee la misma):

Uno nace y al poco tiempo cumple un año, ¿no? Ese año que cumpliste representaba, en aquel momento, el 100% de toda tu vida. Pero claro, si mantenemos la medida del año como parámetro podemos ver cómo, cuando cumplís dos años, un año pasa a ser el 50% de tu vida. Acá es donde viene lo interesante.



Si cuando cumplís dos años, un año es el 50% de tu vida, también pasa que cuando cumplís tres años, un año pasa a ser el 33,3% de tu vida. Y eso quiere decir que un año va a ser el 25% de tu vida cuando cumplas cuatro, y el 20% cuando cumplas cinco y así, matemáticamente, ese porcentaje de lo que representa un año en el total de tu vida disminuye con cada año que cumplís. Por eso, cuando llegás a cumplir, por ejemplo, treinta años, un año representa apenas el 3,3333% de toda tu vida. Lógicamente, el porcentaje disminuye año tras año, y, en consecuencia, un año cada vez te representa menos.

Por eso, es que virtualmente se pasa cada vez más rápido el tiempo en tu vida. No porque te aceleres, o vivas a mil, o porque despistadamente se te pase sin darte cuenta, sino porque eso que disminuye es, en efecto, lo que a vos te representa.

jueves, 4 de octubre de 2012

Díaloco

- ¿Qué quiere decir que todo es simbólico?– me preguntó.
- Que todo lo que entra o sale de tu cabeza necesita un símbolo. Es como un pasaporte mental.
- No entiendo.
- ¿Vos sabés lo que es un árbol?
- Si.
- ¿Qué es?
- Un árbol es … como una planta, pero más grande. Es del mundo vegetal. Un árbol tiene tronco, hojas, tallos, savia, clorofila. ¡Un árbol es un árbol!
- Bueno, pasa que eso es una definición. A ver, yo voy a anotar algo en este papel. Esperá, ¿eh? … Ahí. Listo. Me lo guardo en el bolsillo.
- ¿Para qué?
- ¿Qué ideas asocias a la idea de árbol?
- Ya te dije, hojas, tallos…
- No, te dije ideas no descripciones.
- No sé. Chinos. Los árboles me hacen acordar a los chinos. Creo que por los bonsái.
- ¿Algo más?
- Sabiduría.
- ¿Ves? Mirá el papel. ¿Ves que dice sabiduría? Eso es porque es un símbolo universal.
- ¿Y todos pensamos lo mismo?
- Una mayoría, si. El árbol es símbolo de sabiduría. Pero ahí viene la experiencia.
- ¿A dónde?
- (Suspira) Es una forma de decir. Quiero decir que ahí entra en juego la experiencia. Mirá, es fácil también. ¿Vos conocés el dicho que dice “al que se quema con leche vé la vaca y llora”?
- Si.
- Bueno, yo te aseguro que si alguien viene corriendo y se lleva puesto un árbol, y ese árbol le rompe el tabique y lo deja dos semanas en cama con la cara fisurada, para esa persona un árbol va a ser cualquier cosa menos sabiduría. El concepto es lo que sostiene a la idea. Es la forma, la tostada.
- ¿Qué tostada?
- ¿Vos comerías manteca sola?
- No, ¿por?

-¿Y en una tostada?
- Si, claro.
- Bueno, las ideas son como la manteca, y el símbolo es como la tostada. Vos tenés que ponerle símbolo a la idea, y así puede entrar.
- ¿Y para salir?
- Para salir lo mismo. Ponele tostada, o sea, simbolizalo.
- ¿Para qué?
- Para que entre en la cabeza de otro.
- A todo esto ¿te puedo ayudar en algo?
- Si, estaba buscando una remera lisa.
- Si, seguime. Mirá. Tenés roja, blanca, azul y amarilla.
- ¿Te molesta si me pruebo el amarillo, pero sin la remera?
- ¿Cómo? ¿sin la remera? ¿el color sólo?
- Si.
- No, para nada. Probalo tranquilo.

- ¿Y? ¿Cómo fue?
- Bien, me parece que lo llevo.
- Bueno, andá nomás. El color es gratis, lo que cobramos nosotros es la ropa. ¿Sabés qué pasa? Para nosotros la remera es como para vos la tostada.
- Entiendo. Macanudo, hasta siempre entonces.
- Adios. Que tengas buen día.

martes, 2 de octubre de 2012

Cosas que... pasan.

Tiene dos formas de funcionar:
Una se refiere a todas las posibilidades que algo tiene de suceder. Cuando esas posibilidades son muchas, viste, son cosas que pasan. Me chorearon el auto; son cosas que pasan. Me cagó mi jermu; son cosas que pasan. Si, claro que son cosas que pasan. Que quiere decir que le pasan a todo el mundo, o que pueden pasarle a cualquiera, y te pasaron a vos. Si, son cosas que pasan.
Hoy me miré al espejo. Y cuando me miré me dí cuenta de que algo en mi mirada había cambiado. Pensé en aquello (porque cuando queda en el pasado deja de ser "eso" y pasa a ser "aquello") y me dije: era verdad. Son cosas que pasan. Pero en el sentido de pasar. Como diciendo "son cosas que en algún momento van a quedar en el pasado". Y dudé sobre esta especie de cliché que se dice con tanta frecuencia. Dudé porque en mi caso afloró naturalmente la segunda opción. Algo, por fin, había terminado de pasar. Y ese es otro consuelo inútil con el que uno tiene que aprender a contar.
Lo que te pasa, le pasa a mucha gente, y te puede pasar también a vos. Son cosas que pasan.
Pero lo que te pasa, además va a quedar en el pasado. Son cosas que el tiempo va a dejar atrás. Y por eso también, son cosas que pasan.

Bienvenidos al hippitalismo

Honrar la vida, al aire libre, con repelente. Estar en contacto con la naturaleza, una ducha y un bidet. Fomentar el amor libre, desinteresado y monógamo. Prestarse a la música para convertirse en una herramienta de la conciencia libre y el sello discográfico.
Ojotas, pero havaiannas. Bambula, pero Benssimon. Sentido lúdico, pero playstation. Tomar una pepa, vestirte en Las Pepas. Recorrer el mundo, con GPS. Regalar amor, la semana de la dulzura. Conectar con el resto de la gente, vía facebook.


Sean ustedes bienvenidos al hippitalismo.

El pasado

No se debe hacer ruido cuando el pasado duerme. Se debe estar cerca, atento, con la puerta entreabierta si se quiere. Pasar cada tanto, dependiendo la nostalgia de cada uno. Se lo puede escuchar roncar. Se pueden ver sus canas reposar en la almohada o el hilo de baba cronológica colgando de su boca. Pero se debe tener especial cuidado de no despertar al pasado por cualquier cosa. No hay nada peor que un pasado de mal humor.
Se debe acudir a su lado en puntas de pie pero con mucha cautela. Es un placer verlo dormir, con su respiración profunda, incluso alejado él de sí mismo. Podemos hacer la prueba de sentarnos a su lado, acariciarlo muy suave, taparlo un poco, y repasar en la contemplación lo que fue y lo que lo hizo por fin dormir.
Nótense sus manos apretadas, su ronquido suave y profundo y las uñas largas de sus pies. Huele a viejo, a humedad, a nostalgia. Pero también huele a infancia, a inocencia, a libertad.
Pásese de a ratos y de a uno por vez a saludar su onírica presencia, y téngase a bien guardar la compostura. Como dice el cartel de entrada "prohibido gritarle, exigirle o reclamarle cosas al pasado".
Cuentan los más viejos, que quienes lo despertaron se llevaron preguntas de las preguntas y replanteos de los planteos. Y en su afán de modificarlo, convertirlo o aclararlo no hicieron más que exacerbar sus intolerables características.
Pásese por su lado, pero no se lo despierte. No vaya a ser cosa que su pasado despierte otro pasado y se encuentre sin poder poner de acuerdo las historias perdiendo el presente en una disputa eterna. Pásese a su lado pero no se lo despierte y al salir tenga a bien guardar el secreto que ahora se le susurra.
El pasado es ilusorio. El presente también. Y usted, y estas palabras, y quien las escribe.